Esta es la historia de Beto, el magnífico arquero portugués que es titular inamovible en el Sevilla. ¿Le suena familiar?
Tomado de FIFA.com
Es intenso, emotivo y directo. Antonio Alberto Bastos Pimparel. ¿No le dice nada el nombre? Será porque, ya a los siete años, un entrenador rebautizó al extremo simplemente como Beto. Y sí, extremo. En esa posición empezó el hoy portero del Sevilla y de la selección de Portugal. Pero le faltaba velocidad (“estaba gordito”, explica sin complejos), así que lo movieron al arco. Y allí se quedó.
Desde el principio, su camino en el fútbol ha sido difícil. “Nunca he tenido muchos padrinos. Lo que he logrado ha sido todo fruto de mi esfuerzo”, explica.
Criado en la cantera del Sporting de Lisboa, un duro peregrinaje por la segunda división portuguesa le hizo plantearse abandonar. La firma con el Porto, terriblemente amargada por la muerte de su padre, le hizo más fuerte, y en 2014 recogió los frutos de muchos sacrificios. De las lágrimas de alegría al ser héroe en la conquista de la Liga Europa de la UEFA con el Sevilla ante el Benfica en los penales, a las lágrimas de amargura al lesionarse en el, prematuramente, último partido de Portugal en la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™.