El equipo de la Estrella Solitaria sacó un empate de oro, 1-1, ante Argentina en Buenos Aires, en una gran actuación de su golero

Diario Olé | por Sergio Maffei

Es un empate que, indudablemente, obliga a ponerlo en contexto. Argentina no pudo vencer a Chile, de local, pero mereció más que su rival (sobre todo en el segundo tiempo), se mantiene segundo en la clasificación y sigue sin perder en este camino al Mundial de Qatar 2022. Hasta ahí, lo bueno. A partir de ese punto, por supuesto, habrá que analizar el 1-1, las deudas en el juego, la forma en la que debió afrontar las bajas y su proceso de renovación palpable, evidente, innegable, reflejado en el promedio de edad con el que terminó en cancha: cinco jugadores de 23, uno de 21, otro de 22 y sólo Messi como + 30.

Es cierto que la Selección todavía arrastra viejos déficits, sobre todo en el juego. También es verdad que los jugadores, con notorias ausencias, volvían a reencontrarse siete meses después, lo que atenta con cualquier proceso de evolución rápida. Pero aun así, el equipo tuvo chances como para marcar la diferencia, sobre todo en el final. En el primer tiempo, fue el penal que Lautaro Martínez (cada día más nueve de la Selección) generó por cuenta propia cuenta para que Messi transformara en gol y el tiro libre de Leo que Bravo le sacó casi al ángulo. Pero en el segundo, hubo algo más: Leo la tuvo una, dos, tres veces... Y Bravo y el ángulo le sacaron todas.

Después, claro, el desarrollo. A la Selección, sobre todo en el PT, le costó imponer sus condiciones. No logró dominar a través del juego. Uno de sus mejores momentos fue después del 1-0, tras esa patriada de Lautaro que necesitó del VAR para convalidarse como claro penal. A partir de ahí, el equipo de Scaloni se animó más. Con Di María ya volcado por derecha y Ocampos pasando a la izquierda, dejó el 4-3-3 inicial por un 4-4-2 que buscó reagruparse en mitad de cancha y aprovechar la contra.

Pero Chile no le dejó avanzar sobre esa mejoría. Apenas le duró 12 minutos la ventaja a la Selección: una falta evitable de Foyth, generó un tiro libre que terminó en el gol de Alexis Sánchez. 1-1. Y a empezar de nuevo.

A favor de Argentina: la movilidad de su mediocampo y de su ataque, prácticamente sin posiciones fijas. Con Ocampo arrancando a la derecha y pasando a la izquierda. Con Di María también cruzando de banca, jugando libre. Y con Messi y Lautaro oliendo sangre, obligando al rival a estar muy concentrado, muy pendiente de cada movimiento.

En ese marco, Paredes y De Paul funcionaron como siempre: alternando funciones, con el ex Racing más participativo en ofensiva (tuvo un par de remates de media distancia) La contra: a toda esa estructura le faltó asociación y profundidad. Por momentos, incluso, atentó contra su propio orden. Porque cuando Argentina la perdía, dejaba espacios muy marcados para la réplica rival. Y así, en el juego, el primer tiempo no fue satisfactorio, ni dejó conforme a Scaloni.

Los cambios

De hecho, el DT argentino metió mano en el entretiempo: puso a Lisandro Martínez por un amonestado Martínez Quarta, que no mostró la solvencia de los anteriores partidos; y Angel Correa por un Ocampos, que nunca resolvió bien. El hombre campeón con el Aleti, aún altibajos, hizo las cosas mejor, lastimó más, fue revulsivo, justo para lo que entró.

Pero el equipo seguía sin tener profundidad y por eso Scaloni probó con otro debutante: Julián Alvarez, el pibe de River, el bombazo de la última convocatoria. Así, la Selección terminó de mostrar su claro proceso de renovación: mucha juventud en cancha, que lógicamente hoy atentan contra su consolidación como equipo.

Los ingresos de Exequiel Palacios y Nahuel Molina, el pibe que Boca colgó, le bajaron todavía más el promedio de edad al seleccionado: uno de 22, el ex River, y otro de 23, a su vez debutante, el cuarto estreno de la noche, con Álvarez, Dibu Martínez y Romero, quien fue uno de los puntos altos y jugó para ser considerado como seria competencia de Otamendi, suspendido.

Con esas armas, la Selección fue por la victoria. Y fue con decisión, con merecimientos. Lo tuvo Messi en otro tiro libre que dio en el travesaño, lo tuvo Lautaro que se pasó tras un centro de Álvarez y lo dicho: lo tuvo Leo, una, dos veces más, que Bravo volvió a impedir.

Argentina terminó con la sensación de que mereció ganarlo y de que, por ahora, sigue a pie firme en esta Eliminatoria. Pero también, claro, con la certeza de que todavía le falta para dejar de ser el equipo del salvador Messi...

Foto CONMEBOL

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