Puntos & Precisiones | Luis Oyola Ancajima | Nuestro sentido homenaje a uno de los personajes más trascendentes del fútbol peruano
Hace años atrás, el gran maestro del periodismo deportivo, don Alberto Best, nos pampeó en una pequeña columna, que en realidad era un ping pong de preguntas para descubrir aspectos no tan conocidos de sus entrevistados. Cuando me consultó quién fue mi ídolo deportivo desde el colegio, respondí sin dudar Roberto Chale Olarte, pues el “Niño Terrible” me arrancó tantas lágrimas de emoción como los pellizcos de Susana Baca, cuando la tres veces ganadora del Grammy Latino siendo una estudiante de educación en La Cantuta se apuntaba a ver los partidos de la selección bicolor en la casa del recordado historiador y exrector Juan José Vega Bello.
Chale fue determinante en La Bombonera, sacando de quicio a los argentinos en la histórica clasificación peruana al Mundial México 70, en ese encuentro de infarto con los goles de Oswaldo “Cachito” Ramírez. Desde que arribó la delegación nacional a Buenos Aires desafió a los locales, con esa forma de ser provocativa y desenfadada con que creció en los Barrios Altos. Le sobraba calle a Chale. Ese cariño y respeto se mantuvo, incluso cuando abrazamos nuestra identificación e hinchaje por el Sporting Cristal, pues es de aquellos personajes del fútbol y el deporte que están más allá de las camisetas.
Atesoramos una anécdota en particular. Y pongo a Dios como testigo. Roberto Chale dirigía al Defensor Lima, y uno de los integrantes de ese plantel era Freddy Ternero. Era el año 1990. Con pocas oportunidades de jugar, el defensor le agarró tal bronca a su técnico, que un buen día nos llamó por teléfono para darle con palo y lanzar acusaciones muy delicadas. Le advertimos repetidamente que sus declaraciones eran en realidad fuertes y si realmente quería que las publiquemos. Reafirmó lo dicho y pusimos la nota destacada en las páginas deportivas del diario Expreso.
El día que salió la información, firmada por el suscrito, Ternero se presentó como si nada al entrenamiento. Cuando Chale llegó al complejo y lo vio cambiándose, le preguntó ¿qué hacía? Freddy respondió que se alistaba para la práctica. Chale sacó Expreso y le mostró la noticia que abría página. Ternero negó la veracidad de la información, a lo que el entrenador replicó: La nota la firma Lucho Oyola, y él no miente, así que no se moleste en cambiarse para entrenar.
Recuerdo que ese mismo día se apareció en el hall del diario “Pichicho” Benavides, para buscarnos la bronca por el “daño” que le habíamos causado a Ternero. Justo regresaba de comisión el gran Eduardo “Pichirro” Salinas, quien le comentó cómo se dieron las cosas y que siempre intenté persuadir a Freddy de no realizar estas declaraciones. Cuando me avisaron de lo que estaba sucediendo en el hall autoricé el ingreso de Benavides, que ya más calmado se dio cuenta que no mentimos sobre ese artículo.
Muchos años después, en una visita que hicimos al diario El Bocón, donde Roberto Chale escribía una columna de opinión, nos encontramos. Ni bien me vio me dijo con esa mirada pícara en los ojos: “Oyolita y qué es de su amigo Ternero”. Era la primera vez que se daba la oportunidad de hablar al respecto y ahí él nos contó la otra parte de la historia que aquí reconstruimos. ¿Y por qué lo atesoramos? Porque para un periodista no hay mayor tesoro que su credibilidad y Roberto puso las manos al fuego por nuestra pluma.
Siempre mantuvimos una relación cordial y de respeto con este exitoso exjugador y entrenador. En los últimos tiempos supimos de su enfermedad y evolución a través de su hija Alexandra, siempre cordial y dispuesta. A través suyo expresamos nuestro más sentido pésame a la familia Chale Simic. Descansa en paz Roberto.